Después de currártelo mucho por fin te estás dedicando a tatuar. Estás haciendo lo que tanto querías.
Estás echándole más horas que un reloj para hacer buenas piezas con los pocos clientes que te llegan.
Una vez tatuado, sigues currándotelo para hacer buenas fotos y publicarlas en tus redes sociales, principalmente en Instagram.
Todos tus compañeros y amigos te felicitan por el gran trabajo: “Está de puta madre” te dicen unos, “Se sale” te dicen otros. Y tú sabes que es verdad, que hay mucho curro detrás de ese resultado. Que le has metido muchas horas y muchas ganas para que se viera así.
Quieres hacer más trabajos como ese, pero pasan los días y no te llegan nuevos proyectos. ¡Joder! todo ese subidón que tuviste con el tattoo anterior se queda en nada, y lo que es peor, se va conviertiendo en bajón. Vas perdiendo el entusiasmo y te vas frustrando poco a poco. Sabes que eres bueno, que tienes talento pero piensas…